Ultimátum para el 2026 y el peso de la historia en la Libertadores
El fútbol sudamericano vive días de alta tensión y memoria emotiva, mezclando la urgencia del futuro con la gloria del pasado. Por un lado, la exigencia máxima recae sobre las figuras de Brasil de cara al próximo Mundial, mientras que, en paralelo, se revisa la mística copera de Boca Juniors, un club cuya obsesión histórica siempre fue y será la Copa Libertadores.
La advertencia de Ancelotti: nadie tiene el puesto asegurado
Carlo Ancelotti ha decidido marcar la cancha y dejar las cosas claras: el que no esté al cien por cien, no viaja al Mundial de 2026. El técnico fue contundente al enviarle un mensaje directo a las grandes estrellas de la Verdeamarela, Neymar y Vinicius Junior. Ni la reputación ni los logros pasados garantizan un lugar en el avión rumbo a Estados Unidos, Canadá y México.
El escenario es especialmente delicado para el ex jugador del PSG. Tras su paso por el Al-Hilal, Neymar optó por un regreso emotivo al Santos en enero de 2025 con la intención de revivir su carrera internacional. Sin embargo, la realidad le pegó duro. Las lesiones no le dan tregua y su vuelta ha estado más marcada por la rehabilitación que por el buen fútbol.
El calvario de Neymar en el Peixe
Desde su retorno, Neymar apenas ha logrado marcar siete goles en 25 partidos, una cifra que preocupa. Su técnico en Santos, Juan Pablo Vojvoda, confirmó que el crack volvió a sentir molestias en la rodilla, aunque el jugador, con tal de sacar al equipo de la zona de descenso, jugó con dolor y fue clave en el 3-0 ante Sport.
“Me siento cada vez mejor, aunque esta lesión es molesta”, declaró Neymar, tratando de poner paños fríos. Pero Ancelotti no se casa con nadie. “Si Vinicius está al 90% y otro está al 100%, llamaré al que esté pleno”, sentenció el DT italiano, dejando en claro que en una delantera con tanta competencia, no hay lugar para medias tintas.
Santos, el primer verdugo en la historia de Boca
Curiosamente, el Santos, club donde hoy Neymar intenta recuperarse, ocupa un lugar central en la historia de Boca Juniors. Al repasar la trayectoria del Xeneize en la Copa, aparece el equipo de Pelé como el primer gran obstáculo. Fue en la edición de 1963, la primera final a la que arribó el club de la Ribera. Aquella vez, la jerarquía de los brasileros fue demasiado: derrota 3-2 en el Maracaná y caída 2-1 en la Bombonera. Fue el inicio de una relación de amor y dolor con el torneo continental.
Como todas las temporadas, el objetivo principal de Boca es llegar al último partido. El Xeneize ostenta una marca histórica impresionante: jugó 11 finales en total, con seis ganadas y cinco perdidas, siendo el equipo que más veces definió el título. Ahora, se enfrenta al desafío inédito de jugar una final a partido único el 4 de noviembre ante Fluminense, nuevamente en el Maracaná.
La era dorada del Toto Lorenzo
Tuvieron que pasar 14 años desde aquella caída con Santos para que Boca tuviera revancha. En 1977, bajo el mando del inolvidable Juan Carlos Lorenzo, el equipo mostró esa garra que hoy es marca registrada. Tras ganar en Buenos Aires y perder en el Mineirao ante Cruzeiro, la historia se definió en un desempate en Montevideo. Allí, el “Loco” Gatti se convirtió en héroe al atajarle el penal decisivo a Vanderley, dándole a Boca su primera Libertadores.
La racha siguió en 1978. Con la base del campeón y un plantel joven pero curtido, Boca logró el bicampeonato. Eliminó a River y, en la final, despachó al Deportivo Cali con un contundente 4-0 en el Templo. Ese equipo no solo se quedó con América, sino que conquistó el mundo ante el Borussia Mönchengladbach en Alemania.
Del fin de un ciclo al inicio del Virreinato
La ilusión del tricampeonato se esfumó en 1979 ante Olimpia de Paraguay, marcando el fin de una era brillante. Tuvieron que pasar 21 años, una eternidad para el hincha, para volver a la cima. Fue en el 2000 cuando Carlos Bianchi comenzó a escribir las páginas más gloriosas del club.
En una Copa durísima, Boca eliminó a River y al América de México de forma agónica para plantarse en la final contra el Palmeiras. Tras empatar en casa, el equipo fue al Morumbí y, contra todos los pronósticos, se impuso en los penales. De la mano de Riquelme, Palermo y un Óscar Córdoba gigante, Boca levantó el título y dio inicio a la hegemonía más recordada del fútbol sudamericano moderno. Hoy, mientras algunos luchan por llegar en condiciones al 2026, la historia de Boca recuerda que la exigencia en este continente siempre es máxima.